La conversión de un dentista incrédulo
Fue bautizado y su hija más pequeña lleva el nombre de Xenia, en honor a aquella santa, y para recordar siempre su maravillosa conversión.
Un dentista francés resultó herido en un accidente automovilístico y fue necesario que permaneciera hospitalizado durante varios días. Católico de formación, pero indiferente ante cualquier otra creencia, se reía del paciente de la cama contigua, un inmigrante ruso ortodoxo, que se mantenía orando todo el tiempo. No sólo se reía de él en su interior, sino que también empezó a hacer bromas sobre el ruso con los demás pacientes.
Una de esas noches, notó que le resultaba imposible dormir. Entonces, la puerta del salón se abrió y entró una mujer vestida con ropa de hombre, llevando un bastón en la mano. Esta se dirigó al lecho del dentista, quien observaba todo con asombro, porque no conocía a esa mujer de rostro afable.
—¿Qué desea, señora? Dinero no tengo, si eso es lo que busca. ¿Quién la dejó entrar aquí?
—He venido a pedirle, dijo ella, levantando el bastón, que deje de burlarse de Yuri, el hombre que ora todo el tiempo. ¡Usted se quedará mucho tiempo aquí, y en algún momento necesitará de sus plegarias!
Y, en verdad, así fue. Al dentista se le diagnosticó un serio problema cardiaco y tuvo que quedarse tres meses internado. Le contó todo a Yuri, y este le empezó a hablar de Santa Xenia y de la Ortodoxia.
Actualmente, el dentista es un miembro activo de la comunidad ortodoxa francesa. Fue bautizado y su hija más pequeña lleva el nombre de Xenia, en honor a aquella santa, y para recordar siempre su maravillosa conversión.