Palabras de espiritualidad

La conversión es una decisión personal

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Hay muchos que van con velas y diversos objetos como ofrenda a los monasterios o a otros lugares santos; los cuelgan allí, se persignan ostentosamente, derraman algunas lágrimas, y se quedan en eso. No se arrepienten, no se confiesan, no cambian… y el maligno se alegra.

Padre, hay personas que dicen: “Ya no hay buenos padres espirituales, y por eso no vamos a confesarnos”.

Esas son excusas. Todo confesor posee poder divino desde el momento en que lleva la estola. Él oficia el Sacramento, tiene la Gracia de Dios, y cuando pronuncia la oración de absolución, Dios borra todos los pecados que hemos confesado con sincero arrepentimiento. De nosotros depende cuánto provecho obtenemos por medio del Sacramento de la Confesión.

Una vez vino a mi celda un hombre que tenía ciertos problemas psicológicos, pensando que yo tenía el don de la clarividencia y que podría ayudarlo. “¿Qué prevé usted para mí?”, me preguntó. “Busca un padre espiritual y confiésate, para que puedas dormir como un pajarillo y no necesites más medicinas”, le respondí. “Ya no hay buenos confesores, antes sí los había”, dijo. Vienen con buenas intenciones, esperando ser ayudados, pero no aceptan lo que se les dice… y es una pena, por el esfuerzo y el dinero que gastan en el viaje hasta aquí.

Sin embargo, he observado que hay una nueva artimaña del demonio: siembra en la mente de las personas la idea de que, si hacen alguna promesa y la cumplen, o si van a algún lugar de peregrinación, ya están bien espiritualmente. Y entonces ves a muchos que van con velas y diversos objetos como ofrenda a los monasterios o a otros lugares santos; los cuelgan allí, se persignan ostentosamente, derraman algunas lágrimas, y se quedan en eso. No se arrepienten, no se confiesan, no cambian… y el maligno se alegra.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovniceşti, Vol. III - Nevoință duhovnicească, Editura Evanghelismos, București, 2003, pp. 264-265)