Palabras de espiritualidad

La creatividad en la Ortodoxia

  • Foto: Magda Buftea

    Foto: Magda Buftea

Translation and adaptation:

En la Ortodoxia recibimos un tesoro espiritual y material, el cual tenemos el derecho y el deber de acrecentar. Esa herencia no es una carga, sino un don, un marco que te ofrece todas las condiciones necesarias para crecer espiritualmente, para acercarte a Dios.

No han sido pocas las veces en las que he oído que se habla de una cierta “rigidez” de la Ortodoxia: “en la Ortodoxia, otros ya pensaron por ti, y tú tienes que aceptar los dogmas establecidos cientos de años atrás”; “en la Ortodoxia, uno ora leyendo las plegarias escritas por otros hace muchísimo tiempo”; “en la Ortodoxia, los oficios litúrgicos fueron compuestos hace siglos y no se les puede hacer ninguna contribución”, etc. En fin, para algunos, en la Ortodoxia, todo ya está hecho, pensado y escrito, justamente porque los fieles son como soldados que ejecutan “órdenes” recibidas hace dos mil años.

En otras palabras, se plantea la siguiente interrogante: ¿es el ortodoxo una persona que tiene la posibilidad de manifestarse creativamente en lo que respecta a su fe, o es una simple correa de transmisión de la Fe/Tradición a lo largo de los siglos? Del mismo modo, si entre los ortodoxos hay individuos con talento artístico, literario o arquitectónico, ¿tienen la oportunidad de ponerlo al servicio de la Ortodoxia, o el espacio secular es el único donde se pueden manifestar?

En primer lugar, es necesario precisar que, hasta el mismo lenguaje de la Santa Escritura (¡cuyo contenido, siendo revelado, jamás puede ser cambiado!) se halla en una continua adaptación. Hay versiones del Antiguo y el Nuevo Testamento que fueron, en su momento, sujetos de diortosis, es decir que fueron verificadas por téologos con sólidos conocimientos filológicos, revistiendo el idioma de la Escritura con el atuendo del tiempo respectivo. Pero también hay incontables situaciones en las que se puede crear “desde cero”. En nuestro culto hay himnos acatistos y oficios litúrgicos dedicados a algunos santos, que son compuestos de principio a fin (como sucede con los santos rumanos canonizados después de 1990), creaciones que implican no solamente el dominio del lenguaje teológico, sino también poseer virtudes poéticas. Igualmente, podemos mencionar las distintas oraciones escritas para situaciones que no existían hace algunos siglos (oraciones por los que viajan en automóvil, la bendición de quienes viajan en avión, etc.).

También se puede hablar de creatividad en el caso de la pintura y la arquitectura eclesiásticas. Hay un estilo ortodoxo de construir iglesias, y raras veces verás dos iglesias perfectamente semejantes en cada uno de sus detalles. La monotonía y la repetición no tienen lugar aquí; la creatividad de los arquitectos, los constructores y los sacerdotes que coordinan los trabajos de edificación del lugar de culto, muchas veces tiene como fruto verdaderas joyas del arte sacro. Con la pintura sucede lo mismo que con la arquitectura; esto, a pesar de que la hermeneia le indica al iconógrafo cómo tiene que retratar determinadas escenas o determinados santos. Por esta razón, no podrás encontrar pinturas que parezcan “fotocopiadas” de otras. Las creaciones de los iconógrafos son distintas y poseen un rasgo personal, porque también la vida espiritual y el talento de cada quién es diferente.

A lo largo de los siglos, la Ortodoxia ha encontrado tantos retos, que ninguna generación puede considerarse realmente “tranquila”, alimentándose de una herencia a la que no hay nada que agregar. En la Ortodoxia recibimos un tesoro espiritual y material, el cual tenemos el derecho y el deber de acrecentar. Esa herencia no es una carga, sino un don, un marco que te ofrece todas las condiciones necesarias para crecer espiritualmente, para acercarte a Dios. Pretender empezar de cero con cada generación, es como si cada familia recién fundada se adentrara en lo más inhóspito de la naturaleza para redescubrir, con su propio esfuerzo, la civilización. Sería una actitud perniciossa y, verdaderamente, retrógrada.

Para algunos, la conclusión puede ser, de cierta manera, paradójica: la Ortodoxia no solamente es conservadora, hallándose bien anclada en el pasado y heredando bienes transmitidos de generación en generación, sino que también se mantiene en una permanente búsqueda de la adecuación, siendo también la confesión que siempre ofrece elementos de novedad. Pero, para entender correctamente este aspecto específico de la Ortodoxia, primero tenemos que sacudirnos todos los prejuicios e influencias ideológicas que nos instan a anular todo lo que signiica tradición. Es un verdadero sinsentido creer que podemos construir algo realmente “moderno”, con el simple hecho de apartar cualquier cimiento puesto por nuestros ancestros. La verdadera sabiduría consiste en saber conservar e integrar, valorar y enriquecer constantemente el patrimonio que heredamos, sea cual sea su naturaleza: cultural, espiritual, arquitectural, etc.