La debilidad del que se aparta de Dios
Esa fuerza que trabaja con nosotros nunca ha sido vencida, debido a que el Señor es Todopoderoso y más fuerte que todo, y en todo momento vence con el hombre, cuando desciende a ayudarle en su lucha.
Los que no son fuertes en la verdad, probándose en las tentaciones, se conocen rápidamente y caen de Dios como si fueran desechos, recibiendo a su propio enemigo. Y son responsables de esto por la ligereza de su mente o por su orgullo. Porque no han sido dignos de recibir la fuerza que tuvieron los santos y que obró en ellos. Porque esa fuerza que trabaja con nosotros nunca ha sido vencida, debido a que el Señor es Todopoderoso y más fuerte que todo, y en todo momento vence con el hombre, cuando desciende a ayudarle en su lucha. Y si el hombre es vencido, es porque no le tenía a Él. Esto ocurre con quienes lo apartan voluntariamente con su ingratitud. Porque no han sido dignos de la fuerza que auxilia al vencedor; hasta sus propias fuerzas, esas que tenían cuando luchaban en el mundo, parecen abandonarles.
¿Pero, cómo se sienten vacíos? Al apreciar su propia caída como algo dulce y agradable, resultándoles desagradable soportar el peso de la lucha con su enemigo, esa que antes libraban con pureza y fervor, por medio de la acción de su ser, que experimentaban encendida y vigorosamente. Pero ahora parece que todo eso ha abandonado sus almas.
(Traducido de: Sfântul Isaac Sirul, Cuvinte despre sfintele nevoinţe, cuvântul LIV, în Filocalia, vol. X, p. 273-274)