Palabras de espiritualidad

La educación en la feminidad

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Es difícil imaginarnos a estas chicas como futuras madres, llenas de ternura y afabilidad... aunque no hace falta hacerlo, porque ni ellas mismas esperan esto de su vida.

Para mí, el problema principal en la educación de las chicas de hoy lo constituye la educación de la feminidad. Puede que parezca algo baladí: ¿para qué educarlas en algo que forma parte de su misma naturaleza?

Pero es que ha ocurrido algo paradójico: en su lucha por la igualdad de derechos, las mujeres han salido victoriosas, pero, como resultado paralelo, han entrado a jugar en un terreno ajeno, abandonando sus posiciones y perdiendo en el camino la delicadeza femenina, la pureza y la gracia que antaño impresionaban a los demás, especialmente a los hombres.

El estilo contemporáneo es enérgico, agresivo, osado. Las adolescentes hacen todo lo posible para no quedarse atrás ante sus pares varones: blasfeman, fuman, beben, “cambian de camaradas”, crean sus propias pandillas. Para muchas la feminidad no es algo importante, porque la perciben como una manifestación de debilidad. Y veneran, por ejemplo, a las amigas de He-Man, que son capaces de destruir a sus adversarios. Es difícil imaginarnos a estas chicas como futuras madres, llenas de ternura y afabilidad... aunque no hace falta hacerlo, porque ni ellas mismas esperan esto de su vida.

¿Y qué decir de los juguetes? ¿Acaso, años atrás, a alguien se le habría ocurrido proponerles a las niñas que jugaran con muñecas y muñecos musculosos, llenos de armas? Actualmente, aún es posible encontrar muñecas con rostro de porcelana en los anaqueles de algunas tiendas... pero, en primer lugar, no están al alcance de todos los bolsillos, y, en segundo lugar, son juguetes que representan el pasado, un estilo que ahora llamaríamos retro.

(Traducido de: Tatiana L. Şişova, Probleme şi dificultăţi în educarea copiilor: îndrumar pentru părinţi, traducere din limba rusă de preot Nicolae Creţu, Editura Sophia, Bucureşti, 2012, pp. 227-228)