Palabras de espiritualidad

La experiencia de conocerse a sí mismo en las condiciones más duras

  • Foto: Anda Pintilie

    Foto: Anda Pintilie

Siempre tendemos a lo exterior. Tenemos un conocimiento cosmológico de lo que hay afuera.

Nunca alcanzaremos el nivel espiritual que tuvimos cuando estábamos en prisión. En las cárceles comunistas no había lápices ni crayones. No había televisor, nada. Especialmente en el aislamiento que nos tocó vivir, en donde no podías contemplar ningún horizonte exterior y no había nada más que cuatro paredes, lo que te quedaba era ensimismarte y encontrar un horizonte interior, sin el cual fácilmente podías terminar enloqueciendo. Creo que me avergüenza reconocer que tuvimos que ser forzados a encontrarnos a nosotros mismos. Es cierto que tenía alguna idea sobre la oración, porque asistía a (la organización cultural-religiosa) “Rugul Aprins” (“La Zarza Ardiente”); sin embargo, mi formación era más teórica que otra cosa, en lo referente a la oración. Podría decir que en aquellos momentos tan difíciles pude practicar intensamente la “Oración del corazón”. Así fue como descubrí la belleza de la vida interior. ¡Oh, cuánto me gustó encontrarla! Algunos meses antes había llegado a creer que terminaría enloqueciendo, debido a la soledad y el aislamiento. Ciertamente, siempre tendemos a lo exterior. Tenemos un conocimiento cosmológico de lo que hay afuera; pero, estando completamente solo, necesitabas otra forma de conocerte a ti mismo y librarte de otra esclavitud, que es la de los libros. En libertad no tienes cómo saber quién eres... Solamente cuando eres vaciado a la fuerza o voluntariamente, llegas a entender que estás hecho solamente de citas.

(Traducido de: Dinu Cruga, Izvoare Duhovnicești, Arhiepiscopia Ortodoxă Română, Alba Iulia, 1998, p. 47)