La experiencia del amor de Dios
Amemos, entonces, con este amor que no puede compararse con nada más, ni aquí ni en la eternidad, y, ante todo, por este amor “que nunca muere”.
Entre las personas, el amor compartido es la más excelsa de las alegrías. De hecho, cuando el amor recíproco se fortalece entre nosotros y Dios, ¿qué palabras podrían usarse para describirlo? Hace falta vivirlo para poder entenderlo completamente.
Así pues, para poder conocer por experiencia esta dulzura espiritual, que es la vida más feliz de todas y un tesoro que no se agota jamás, tenemos que renunciar a todo lo demás y hacer que habite en nosotros mismos el anhelo por nuestro Dios, el muy Amado… Amemos, entonces, con este amor que no puede compararse con nada más, ni aquí ni en la eternidad, y, ante todo, por este amor “que nunca muere”.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Cuvinte alese, Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2002, p. 20)