La extraordinaria fuerza del silencio
San Antonio causaba una extraordinaria impresión en todos los que se le acercaban. “Y, solamente con verlo, las personas se beneficiaban del poder que brotaba de él como de Cristo Mismo”.
Estudiando la diversa temática contenida en esas “palabras de espiritualidad”, Lucien Regnault subraya un silencio de los apotegmas, con el cual, los antiguos ascetas de Egipto nos hablan mucho más que con las palabras que nos legaron. Ese silencio hablante es el espíritu que se revela más allá del sonido de las palabras.
El abbá Pimeno decía del abbá Niseiro: “El anciano era como la serpiente de bronce que Moisés hizo para sanar al pueblo: tenía toda la virtud y, sin decir palabra alguna, sanaba a todos”. El abbá Pamvo respondía así a sus discípulos, quienes se quedaron asombrados por su silencio cuando el arzobispo Teófilo de Alejandría vino a visitarlos: “Si mi silencio no le es de provecho, tampoco lo serán mis palabras”.
San Antonio causaba una extraordinaria impresión en todos los que se le acercaban. “Y, solamente con verlo, las personas se beneficiaban del poder que brotaba de él como de Cristo Mismo”, dice su biógrafo.
(Traducido de: Arhimandritul Nichifor Horia, Duhovnicia Patericului, Editura Doxologia, Iași, 2013, pp. 18-19)