La Gracia Divina en el corazón del humilde
El hombre humilde no puede no ser manso, porque la Gracia de Dios que mora en su interior lo llena de paz.
Una de las principales cualidades de la humildad es la mansedumbre. El hombre verdaderamente humilde es manso, pero no solamente cuando todos son afables con él, sino también cuando es insultado y difamado. Si alguien llegara a ofenderlo, no sólo no se perturbará ni se enfurecerá, sino que será capaz de soportar todo en silencio. El hombre humilde no puede no ser manso, porque la Gracia de Dios que mora en su interior lo llena de paz.
El hombre humilde reconoce sin cesar sus debilidades. Por eso, no condena a nadie, no se fija en los pecados de los demás, no se ríe de ellos, porque se considera el hombre más malo que hay en el mundo. Es obediente y se somete a todos, a quienes sirve con alegría.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viaţa duhovnicească a creștinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, București, 2010, p. 196)
