Palabras de espiritualidad

La humildad purifica al alma de toda mentira

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

En lo que respecta a la vida eterna, el demonio persigue a cada alma que se haya servido de él para tener éxito en las cosas del mundo.

Solamente aquellos que han enfrentado las aflicciones y las tentaciones, quienes se han depurado como el oro en el horno de la humildad, pueden hacerse más obedientes. Al quitarle la escoria de la mentira, que fue sembrada en ella por el padre de la mentira, el alma de esas personas se vuelve como una cera suave, en la cual se imprime con facilidad la Verdad Encarnada. Y aquel que proceda de la Verdad, de la Verdad Encarnada, buscará la forma de no volver a tener relación alguna con la mentira.

¿Por qué? Por dos razones. En primer lugar, porque el demonio, quien es el padre de la mentira, infiltrándose junto con esta en el alma del hombre, le transforma la vida en una continua negación de Dios, en un constante ir y venir de asuntos oscuros, en enemistad consigo mismo y con los demás. En consecuencia, el hombre no buscará la forma de hacer algo en pos de un ideal superior, sino que todo en su vida dependerá del interés del momento y de la ocasión, lo cual es justamente lo contrario a una vida en el Espíritu Santo.

Y, en segundo lugar, porque, en lo que respecta a la vida eterna, el demonio persigue a cada alma que se haya servido de él para tener éxito en las cosas del mundo.

(Traducido de: Arhimandritul Paulin Lecca, Adevăr și Pace, Tratat teologic, Editura Bizantină, București, 2003, p. 73)