Y el hermano dijo: «Entonces ¿qué mandamientos debo cumplir, Padre, para poder salvarme? Quisiera que me dijera una palabra de provecho». Y el anciano le respondió: «Nuestro Señor le dijo a los Apóstoles, después de Su Resurección: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que Yo os he mandado”. Así, todo aquel que haya sido bautizado en el nombre de la Divina y Vivificadora Trinidad, debe respetar todo lo que el Señor nos ordenó hacer. Por esta razón, Él unió el cumplimiento de los mandamientos a la fe correcta, sabiendo que no es posible alcanzar la salvación con sólo uno de estos aspectos, separado de lo demás. Por la misma razón, David, teniendo una fe correcta, le dijo a Dios: “Me guío por todas Tus ordenanzas y odio toda senda de mentira”. Porque todos los mandamientos del Señor se nos legaron contra toda senda injusta. Si irrespetamos tan sólo uno (de los mandamientos), inmediatamente se nos abrirá el camino del pecado, que es opuesto a Dios».

(Traducido de: Sfântul Maxim Mărturisitorul, Filocalia 2, Editura Apologeticum, 2005, p. 32)