«Para desatar los “trabajos” de brujería que dices que se han hecho en contra tuya, debes lograr que Cristo entre realmente en tu corazón y en tu hogar; entonces el sacerdote vendrá a santificar tu casa, leyendo los exorcismos de la Iglesia, del Gran Basilio y de San Juan Crisóstomo, mismos que aparecen en el Eucologio de nuestra Iglesia. Para que esa remisión sea efectiva, es esencial que en tu corazón y en tu casa entre Cristo. Todos esos artificios te atraparon, precisamente porque en tu corazón no moraba Él, sino solamente el demonio y el pecado; por eso fue que caíste en sus garras. Insisto, para lograr que todo eso desaparezca y el maligno huya de ti, debes dejar que entre Cristo. Sólo entonces el demonio desaparecerá. Cuando recibas a Cristo en tu interior, el demonio se irá y esos “hechizos” se disiparán. Y en todo esto te ayudará el sacerdote con sus oraciones.

Entendamos, amados hermanos, que el demonio domina allí en donde no está Cristo. Y huye solamente si encuentra a Cristo en ese lugar. El único medio para romper cualquier brujería y sanar a los poseídos es el sincero retorno a Cristo, por medio de la Confesión, el arrepentimiento, la Santa Comunión y todo eso que he mencionado arriba».

(Traducido de: Arhimandritul Nicolae Moulatsioti, Despre farmece și cum pot fi ele dezlegate, Editura Egumenița, p. 24)