Palabras de espiritualidad

La juventud es como una flor de primavera, mientras que la vejez es como el sol del ocaso

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Algunas veces Dios se lleva rápido a los jóvenes, para que no se pierdan, mientras que a algunos ancianos los deja vivir mucho tiempo, para que puedan arrepentirse.

¿Qué nos puede decir del final de esta vida terrenal?

—Queridos hijos míos espirituales, cuánto deseo que alcancen, ante todo con salud, mis días y mis años, ¡pero que Dios los libre de las tentaciones y pruebas por las que he pasado en el tiempo de mi vida! Algunas veces Dios se lleva rápido a los jóvenes, para que no se pierdan, mientras que a algunos ancianos los deja vivir mucho tiempo, para que puedan arrepentirse. La juventud es como una flor de primavera, mientras que la vejez es igual al sol del ocaso, preparado siempre para morir.

Les contaré un suceso real. En 1926 vino a la Ermita Cozancea un hermano de hábitos, ya anciano, anteriormente pastor de ovejas. Se llamaba Vasile Arăpaşul y provenía de cerca de (el distrito de) Botosani. Pronto nos hicimos amigos cercanos. Allá por 1932 cayó enfermo. Una mañana fui a visitarlo; entonces, me dijo, “Padre Paisios, no sé que vendrá, pero anoche soñé que caminaba hacia el Levante, sobre una verde paradera. Junto a mí caminaba mucha más gente, tan numerosa como la hierba y verdura que habían en aquel lugar. Al frente de la multitud caminaba un muchacho de unos treinta años, con la cabeza descubierta y cargando una cruz de madera sobre su espalda. Entonces, alguién exclamó, '¿A dónde van?'. Y aquel joven respondió, '¡Le llevamos un alma a Dios!'...”. A los dos días murió el viejo Vasile.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie Bălan, Părintele Paisie Duhovnicul, Editura Trinitas, 1993, pp. 70-71)

 

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