Palabras de espiritualidad

La ley del amor de Cristo

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Para eso fue que vino Cristo, para quitarnos esa piedra de la mano y poner en su lugar nuestro corazón. Él nos dio una nueva ley: amarnos los unos a los otros (Juan 13, 34).

Si se tratara de volver al Antiguo Testamento, entonces no solamente tendríamos que lapidar a los homosexuales (Levítico 20, 13)... También tendríamos que matar a quienes desobedecen a sus padres (Levítico 20, 9), a todos los que, pobres de ellos, buscan quién les adivine su futuro (Levítico 20, 6), a los que cometen adulterio (Levítico 20, 10) y a los que han mantenido relaciones íntimas con su esposa, hallándose esta en pleno período menstrual (Levítico 20, 18).

De hecho, habría que matar a todos los que se casan con personas de otra religión o a quienes no presenten ofrenda de sangre al Templo (Levítico 17, 4). En fin, habría un sinnúmero de motivos para matar a nuestros semejantes, de los cuales al menos uno podría encajar con cada uno de nosotros...

Si el Levítico siguiera en vigor, todos tendríamos que ser lapidados por los israelitas, como si fuéramos paganos. Pero para eso fue que vino Cristo, para quitarnos esa piedra de la mano y poner en su lugar nuestro corazón. Él nos dio una nueva ley: amarnos los unos a los otros (Juan 13, 34).

(Traducido de: Ierodiaconul Savatie Baştovoi, În căutarea aproapelui pierdut, Editura Marineasa, p. 22)

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