La lluvia que abreva al alma sedienta
los Santos Padres —hijos y discípulos amados de la santa oración— nos ordenan practicar oraciones breves, sin apresurarnos y guardando una devota concentración en las palabras que estamos repitiendo.
La eficacia espiritual de las oraciones largas, pero hechas sin concentrarnos en ellas, es igual a la de una lluvia abundante cayendo sobre un techo de metal, del cual se escurre toda el agua, sin afectarlo en lo más mínimo, por fuerte que sea la tempestad. Por el contrario, la oración que se hace concentrándose en ella, es como una benefactora lluvia que humedece la tierra recién cultivada, alimentando los retoños y preparando una rica cosecha.
Corrigiendo este gran error, que priva al que ora de todos los frutos de su esfuerzo, los Santos Padres —hijos y discípulos amados de la santa oración— nos ordenan practicar oraciones breves, sin apresurarnos y guardando una devota concentración en las palabras que estamos repitiendo.
(Traducido de: Sfântul Ignatie Briancianinov, Predici la Triod și Penticostar, Editura Sophia, București, 2003, p. 9)