Palabras de espiritualidad

La lucha del cristiano en oración

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Cuando la mente y el corazón se unen en la oración y los pensamientos no se dispersan, la Gracia Divina ilumina y calienta el alma, y una alegría y una paz místicas inundan por completo al hombre interior.

Cuando ores en la iglesia, mantén una postura adecuada para dicho propósito. Para ello, lo recomendable es mantener los ojos cerrados. Puedes abrirlos solamente cuando sientas sueño o cierta molicie. Cuando esto ocurra, dirige tu mirada a cualquier ícono o a la candela que tienes frente a ti.

Si al orar tu mente se llena de pensamientos maliciosos, humíllate y pide perdón, así: “He pecado, Señor, con mis palabras, mi mente, mis actos y con todos mis sentidos”.

Lucha continuamente contra la dispersión de la mente. De lo contrario, tu alma, por acción del maligno, se apartará del recuerdo y del amor a Dios, tal como dice San Macario: “Todo el empeño de nuestro enemigo consiste en apartar nuestro pensamiento del recuerdo de Dios, del temor y del amor hacia Él”.

Cuando la mente y el corazón se unen en la oración y los pensamientos no se dispersan, la Gracia Divina ilumina y calienta el alma, y una alegría y una paz místicas inundan por completo al hombre interior. También estamos obligados a presentar ante Dios todos nuestros pensamientos, palabras y acciones, y a esforzarnos para que todo sirva únicamente a Su voluntad.

(Traducido de: Un serafim printre oameni – Sfântul Serafim de Sarov, traducere de Cristian Spătărelu, Editura Egumenița, 2005, p. 320)