Palabras de espiritualidad

La misericordia es mucho más que dar limosna

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

En esto consiste es la verdadera misericordia: no es una simple caridad, sino la capacidad de entender el dolor, el miedo, la amargura y la tribulación de otro.

La misericordia, en primer lugar, no debe confundirse con la caridad, con la limosna o la ayuda que damos a otros (de la cual se nos habla en la séptima Bienaventuranza; en esta, al hacerse referencia a los “misericordiosos”, probablemente no deba entenderse solamente quienes ayudan a los pobres, sino también quienes, como el buen samaritano, son capaces de sentir una profunda compasión por un extraño que sufre). Ciertamente, la “limosna” es una forma de mostrarnos caritativos o piadosos con los demás, pero la misericordia es una virtud mucho más alta, razón por la cual le concedemos un valor místico mayor, siendo más imprevisible en su exterioridad que el simple hecho de dar algo material a otra persona. La misericordia es un sentimiento, una virtualidad, o, mejor dicho, un estado espiritual. Dicho de forma más concreta, la misericordia es un estado gratífico.

En esto consiste es la verdadera misericordia: no es una simple caridad, sino la capacidad de entender el dolor, el miedo, la amargura y la tribulación de otro. Es, pues, amor, clemencia y, especialmente, participación, es la facultad de comprometerte con la situación del otro, de ver las cosas desde su perspectiva, de darte al otro para pasar a ser, por un tiempo, esa persona.

(Traducido de: Nicolae Steinhardt, Dăruind vei dobândi, Editura Mănăstirii Rohia, Rohia, 2006, pp. 175-176)