La “Oración de Jesús”, un camino certero hacia el don divino
San Máximo dice que la pasión del orgullo radica en no tomar en cuenta dos cosas: el poder divino y la debilidad humana.
Los ciegos exclamaron: “¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!” (Mateo 20, 30), lo que significa. “¡Jesús, apiádate de nosotros!” y la vista les fue devuelta. También los leprosos invocaron la piedad del Señor y fueron sanados (Lucas 4, 27).
La oración: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador!” tiene dos puntos de soporte: uno dogmático —el reconocimiento de la Divinidad de Cristo—, y uno de petición: la plegaria por nuestra salvación. En otras palabras, el testimonio de la fe en Cristo está vinculado al de nuestra imposibilidad de ser salvados solamente con nuestras propias fuerzas. Esto dice todo, y la entera lucha del cristiano tiene su fundamento en estos dos aspectos: la fe en Cristo y el conocimiento de nuestro estado de pecadores. De esta manera, la “Oración de Jesús” nos enseña, en apenas pocas palabras, en qué consiste todo el afán del creyente, a la vez que sintetiza la completa enseñanza dogmática de nuestra Iglesia Ortodoxa.
Alcanzamos ese doble conocimiento, por medio de la sencilla “Oración de Jesús”. San Máximo dice que la pasión del orgullo radica en no tomar en cuenta dos cosas: el poder divino y la debilidad humana. Y esta doble desatención engendra una “mente desordenada”. En consecuencia, el orgulloso es el que soslaya y desconsidera, en tanto que el humilde es el que tiene un doble conocimiento. Este último conoce su propia debilidad y también el poder de Cristo. Así, con la “Oración de Jesús” conocemos y damos testimonio del poder de Cristo (“Señor Jesucristo, Hijo de Dios”) y de nuestra propia debilidad (“ten piedad de mí, pecador”). De esta forma es como alcanzamos el bendito estado de la humildad. En donde hay humildad, allí está el don de Cristo, y este don es el Reino de los Cielos. ¿Entendemos ahora el valor de la “Oración de Jesús”? ¿Nos damos cuenta de que podemos alcanzar el Reino de los Cielos por medio suyo?
(Traducido de: Mitropolitul Ierothei Vlahos, O noapte în pustia Sfântului Munte – Convorbire cu un pustnic despre Rugăciunea lui Iisus, traducere de Călin Cosma, Maxim Monahul și Radu Hagiu, Editura Predania, București, 2011, pp. 59-60)