La oración que nos libra de todo mal y nos hace dignos del Reino de Dios
“¡Señor Jesucristo, Hijo y Palabra del Dios Vivo, por la Madre de Dios y todos Sus santos, ten piedad de mí, pecador e indigno siervo Tuyo!”
Que nunca les falte la oración:
“¡Señor Jesucristo, Hijo y Palabra del Dios Vivo, por la Madre de Dios y todos Sus santos, ten piedad de mí, pecador e indigno siervo Tuyo!”
Repitan esta oración, hermanos, con labios y mente, día y noche, dondequiera que estén, sea que coman, que caminen, que trabajen o que simplemente se sienten en algún sitio. Mediten siempre en esta oración. Y si no consiguen retenerla, escríbanla y traten de aprenderla, porque les será muy útil. En esta vida, ella los librará de todo mal, y en la vida eterna les ayudará a evitar el infierno y les hará merecedores de alcanzar el Paraíso, la Patria eterna que les espera.
(Traducido de: Viața și Învățăturile Cuviosului Cosma Etolianul, Editura Deisis, 2001, p. 85)