¡La oración vela en el centro del corazón!
Descuidar la oración es igual a abandonar tu atalaya. La puerta, entonces, queda desprotegida y abierta para las hordas invasoras y todos los tesoros que protegías serán fácilmente robados.
La oración y la cautela son la misma cosa, porque la oración guarda la puerta del corazón.
El ojo cauto percibe inmediatamente el más leve movimiento ocurrido frente a él, al igual que el corazón sumergido en la oración. Otro ejemplo útil es la araña: estando en medio de su red, siente cuando el más pequeño insecto entra en ella, para atraparlo.
De igual manera la oración cuida el centro del corazón, y cuando alguna leve sacudida anuncia la llegada del enemigo, la oración lo elimina inmediatamente. Descuidar la oración es igual a abandonar tu atalaya. La puerta, entonces, queda desprotegida y abierta para las hordas invasoras y todos los tesoros que protegías serán fácilmente robados. El malhechor no necesita mucho tiempo para ejecutar su acción: la ira, por ejemplo, puede arrasar con todo en tan sólo un segundo.
(Traducido de: Tito Colliander, Calea Asceţilor, traducător Preot Dan Bădulescu, Editura Scara, Bucureşti, 2002, p. 44)