La razón de ser de la tristeza, desde un punto de vista cristiano
Entristezcámonos, sí, pero no por el mal que nos causa nuestro semejante, sino por nuestros pecados, con los cuales nosotros mismos entristecemos a Dios.
La tristeza y la nostalgia no nos fueron dadas para que sintiéramos cuando muere alguien cercano, cuando perdemos algún bien material o cuando algún infortunio nos acontece, sino para ayudarnos en nuestra lucha espiritual. Entristezcámonos, sí, pero no por el mal que nos causa nuestro semejante, sino por nuestros pecados, con los cuales nosotros mismos entristecemos a Dios. Nuestros pecados alejan a Dios, en tanto que el pesar que nos causan los demás lo acercan nuevamente a nosotros, para que nos proteja.
Sea como sea, es importante saber que en esta vida no podemos librarnos de tribulaciones, tentaciones y sufrimientos. Tenemos que hacer frente a todo con valentía, armados con fe, esperanza y paciencia. Que nadie busque jamás caer en la tentación. Y cuando Dios permita que caigas, no te enfades, que tu corazón no se perturbe. En cambio, haz todo lo que puedas, como un digno soldado de Cristo.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, traducere de Cristian Spătărelu și Daniela Filioreanu, Editura Egumenița, pp. 251-252)