La relación entre el ayuno, la caridad y la oración
El que ora se presenta ante Dios con la humildad de un condenado; y, con esas tres virtudes, el hombre ofrece un sacrificio incomparable ante su Señor.
La tercera y última parte de la contrición, llamada también ‟expiación”, es el trabajo y el canon de penitencia por el pecado, y contiene tres virtudes que se ayudan y colaboran entre sí: el ayuno, la caridad y la oración. Estas tres virtudes, debido a que no son fáciles de practicar, revisten una gran utilidad, como el mismo canon, para la expiación del pecado cometido, otorgándole al creyente una dulzura incomparable y serenidad.
Y ya que los tres pecados más graves son el orgullo, la avaricia y el desenfreno, y nos atacan constantemente como tres poderosos colosos, necesitamos vencerlos recurriendo a las tres virtudes mencionadas: el ayuno, que es contrario al cuerpo; la caridad, que se opone a la avaricia; y la oración, que combate el orgullo. Porque el que ora se presenta ante Dios con la humildad de un condenado, y, con esas tres virtudes, el hombre ofrece un sacrificio incomparable ante su Señor. Con la caridad, renuncia a lo que es suyo; con el ayuno, sacrifica su cuerpo; y, con la oración, le presenta su alma al Señor.
(Traducido de: Agapie Criteanu, Mântuirea păcătoșilor, Editura Egumenița, 2009, p. 353)