La renuncia al mundo, una exhortación válida para monjes y laicos
¡No es posible hacerte un asceta, si no abarcas el mundo entero con tu corazón! Y es que todo este mundo clama: “¡Ayuda!”.
Padre, San Juan Climaco dice que la renuncia al mundo es el primer peldaño en el ascenso espiritual. ¿Es esto necesario para todos los cristianos, o solamente para los monjes?
—La Santa Escritura es para todo el mundo, pero con pasajes especiales para el monaquismo: “Quien deje a su padre, a su madre, a sus hermanos… quien tome su cruz y me siga a Mí…”. ¿Quieres ser perfecto? Entonces te recomiendo todo eso. Sin embargo, la renuncia al mundo puede tener lugar también en el alma del laico, en el sentido de buscar la salvación y aferrarse a Cristo a toda costa. Luego, también para los laicos es válida la renuncia al mundo y sus pasiones.
Nosotros, los monjes, no renunciamos al mundo en un sentido exclusivo. Nosotros deseamos que el mundo sea ayudado por Dios, y si nos ponemos en la situación de aquellos que oran por el mundo, esto significa que trabajamos al lado de Cristo; entonces, de alguna forma y en algún punto, podríamos ser llamados “auxiliadores”. Así las cosas, no desconsideremos al mundo. ¡No es posible hacerte un asceta, si no abarcas el mundo entero con tu corazón! Y es que todo este mundo clama: “¡Ayuda!”.
Si alguien asume la necesidad de orar por todo y por todos, Dios con él está. Así que esa “renuncia” también se refiere a quienes viven en el mundo. No obstante, si se trata de cambiar de lugar, de hacer determinados esfuerzos y sacrificios, de transformar tu mentalidad, esa “renuncia” se refiere entonces a los monjes, aunque esas palabras también sean válidas para los laicos. Porque esas líneas de San Juan Climaco han sido leídos también por un gran número de laicos, quienes se han preguntado: “¿Qué he de hacer?”. Así, queriéndolo o no, han terminado renunciando a ciertas inclinaciones perniciosas. Y no sólo eso, porque también han buscado la forma de hacer algo bueno.
(Traducido de: Ne vorbește Părintele Arsenie, volumul III, ediția a II-a, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2010, pp. 22-23)