Palabras de espiritualidad

La serenidad de la vida y la oración

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

La oración tiene que ser natural, como la respiración: suave, tranquila, sin tensiones ni rigideces.

Yo siempre he estado a favor del equilibrio, de una vida que se desarrolle como sucede en la naturaleza: de manera tranquila, sin ruido. Aunque sí hay un ruido que no escuchamos, porque solo se percibe en momentos muy especiales. Por ejemplo, se cuenta que en una visión, Santa Catalina de Siena apoyó su oído sobre los pies del Señor Jesús, justo donde estuvieron las heridas de los clavos. Y el Señor le preguntó: “¿Qué escuchas?”. Ella respondió: “Escucho como una olla, una olla que hierve”. Y entonces entendió que eso era el amor, el amor que palpita dentro. Digan lo que digan, lo cierto es que la sangre, al circular, hace un cierto ruido. Yo mismo lo he escuchado dos veces, en personas que están en diálisis: un sonido como el de un río fluyendo. Pero la vida, en general, no hace ruido, porque no percibimos estas cosas a menos que estemos en situaciones muy particulares. Así como la vida no es ruidosa, tampoco la oración debe serlo. La oración tiene que ser natural, como la respiración: suave, tranquila, sin tensiones ni rigideces.

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniţi de luaţi bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, p. 173)

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