Palabras de espiritualidad

La verdad detrás de un simple “perder los estribos”

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

Translation and adaptation:

Para el hombre de fe, hasta la más ínfima reacción ante la ofensa —justificada o no— por parte de su semejante representa una infracción a los mandamientos de Dios…

El sabio Séneca decía: “No hay nada que le haya costado tanto a la humanidad, como la ira. Sus consecuencias son incontables crímenes, envenenamentos, guerras, incendios y ciudades destruidas”. La ira es hábilmente caracterizada como una trampa inesperada y una locura pasajera por San Basilio el Grande, en su obra “Discurso contra los iracundos”.

¿Quién no ha sentido su punzante aguijón? ¿Quién no se ha lamentado por sus inesperadas consecuencias? La furia y la ira son pasiones comunes a todos los hombres. Desde el sobresalto incontrolado del corazón, hasta la venganza más sangrienta, tenemos una gama inemnsa de manifestaciones en las que cada persona puede verse reflejada, según su sensibilidad. ¡Y qué dolorosa es esta experiencia!

Para el hombre de fe, hasta la más ínfima reacción ante la ofensa —justificada o no— por parte de su semejante representa una infracción a los mandamientos de Dios, un desvanecimiento temporal del amor, el alejamiento de la Gracia Divina del corazón y la supremacía del espíritu del mal.

(Traducido de: Glasul Sfinţilor Părinţi, traducere Preot Victor Mihalache, Editura Egumeniţa, 2008, p. 36)