La verdadera alegría se aprende en familia
Tenemos que evitar empujar más a nuestros hijos al pecado, sino ayudarlos a enmendarse, hablándoles de manera positiva.
He observado que los niños cuyos corazones han sido educados y fortalecidos en el Señor, tienen una gran necesidad de emociones positivas, santas y llenas de entusiasmo, en colores luminosos.
Utilizar solamente ejemplos negativos y palabras deprimentes es un error muy, muy grande. Los padres jamás deben lanzar acusaciones hacia sus hijos.
Creo que es muy importante intentar alegrar a los niños. Para ello, definitivamente, se necesita tanto un alma como un corazón, además de suficiente sabiduría y la propia experiencia de contrición, porque tenemos que evitar empujar más a nuestros hijos al pecado, sino ayudarlos a enmendarse, hablándoles de manera positiva. Es nuestro deber animarlos a actuar con esperanza en el bien, y no solo a experimentar en su interior el miedo y la condena.
(Traducido de: Spovedania copiilor. Sfaturi practice pentru preoţi, părinţi şi copii, traducere din limba rusă de Gheorghiţă Ciocioi, Editura de Suflet, Bucureşti, 2014, p. 80)