La visión del soberbio
La vanidad suele tener una visión reducida de las cosas (…). pero pretende abarcar mucho. Y no soporta que algo o alguien le haga sombra.
El hombre soberbio no se contenta con reconocer su superioridad. No se sacia ni siquiera con el reconocimiento que proviene de parte de quienes le rodean. Lo que quiere es ser conocido por cada vez más y más personas. Quiere relumbrar, iluminar, ser honrado por todos. Y al ver que la soberbia de los demás interfiere con la suya, empieza a humillar y a condenar a todos. Si percibe alguna pasión en uno de sus rivales, no duda en delatarla frente a otros. Y cultiva esta clase de pensamientos: “¿Nadie ha visto lo que hace ese hombre? ¡Qué maldades comete! ¡Qué alma tan baja y sucia tiene! ¡Yo no soy como él!”. Si ve que su rival tiene alguna virtud, no solo lo la honra, sino que incluso se ríe de ella con una ironía cargada de amargura. Si algún rival suyo posee determinados dones y sobresale con lo que hace, el soberbio lo califica de “orgulloso” y “engreído”. Si se trata de una persona piadosa, intentará ofnderla llamándola “fanática”. Si se trata de una persona austera en su aspecto exterior, la acusará de avaricia. Y, además, buscará que todos estén de acuerdo con él. La vanidad suele tener una visión reducida de las cosas (…). pero pretende abarcar mucho. Y no soporta que algo o alguien le haga sombra.
(Traducido de: Arhim. Serafim Alexiev, Despre smerenie şi mândrie, Editura Sofia, p.54-55)