Palabras de espiritualidad

Las dos clases de ayuno

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

No existe una sola clase de ayuno. Al contrario, son dos: el ayuno del cuerpo y el del espíritu.

El ayuno no es de una sola clase. Es de dos clases: el del cuerpo, cuando alguien ayuna comiendo poco, bebiendo poco y absteniéndose de determinados alimentos: carne, lácteos, huevos, leche, aceite y otros. También cuando alguien intenta mantener la pureza de su cuerpo; por eso, los casados también están llamados a llevar una vida pura y honorable. Esto es el ayuno del cuerpo.

Pero el ayuno espiritual es mucho más elevado que el del cuerpo. Porque el ayuno del cuerpo no nos es de ninguna utilidad, sin aquel espiritual. También los demonios ayunan, porque nunca comen, ni beben, pero siguen siendo demonios. No se casan, pero siguen siendo demonios, porque su corazón está lleno de soberbia frente a Dios. Ya lo dijo Salomón: impuro es frente a Dios todo aquel que se enaltece con su corazón y el astuto, así como lo son los demonios.

Luego, el ayuno espiritual consta en saber controlar la lengua, en ayunar también con los ojos. Que la lengua no diga mentiras, injusticias y palabras inadecuadas y corruptas. Que los ojos no vean lo que les produzca tentación, que los oídos se abstengan de escuchar los cantos de este mundo y los que se les parecen. Que la mano ayune, absteniéndose de firmar documentos injustos o acusaciones, de robar, de golpear a alguien, de cometer abusos. El pie también debe ayunar, dejando de ir allí donde se cometen pecados, evitando llevarnos a donde se hacen maldades y tropelías.

La mente también debe ayunar, con un ayuno importantísimo. Debe dejar de recibir pensamientos sucios, malos, odiosos y todos los que le lleven al pecado. Todos los órganos deben ayunar de lo malo, y entonces nuestro ayuno de comer o beber será de mucha utilidad. El que une el ayuno del cuerpo, con aquel espiritual, se hace, así como lo afirma San Isidro de Pelusa, ícono de toda la filosofía.

(Traducido de: Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie. O sinteză a gândirii Părintelui Cleopa în 1670 de capete, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, pp. 206-207)

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