Palabras de espiritualidad

Las flores del ayuno

  • Foto: Benedict Both

    Foto: Benedict Both

Translation and adaptation:

El ayuno es una primavera espiritual, en tanto que la contrición es un capullo que florece.

La verdadera naturaleza de la contrición, positiva y dadora de luz, se manifiesta visiblemente en la vida de la Iglesia, especialmente por medio de tres expresiones características: litúrgica (durante el Ayuno de la Gran Cuaresma), sacramental (con el Sacramento de la Confesión), y personal (con el don de las lágrimas).

El arrepentimiento se halla ligado al período del año en el que tiene lugar el Santo y Gran Ayuno: no en otoño, cuando los árboles pierden sus hojas y cae la primera escarcha; no en invierno, cuando la tierra está muerta y congelada; sino en primavera, cuando se derrite la nieve, cuando los días se alargan y la naturaleza entera despierta a la vida. Así lo canta la Iglesia, en los oficios vespertinos del miércoles anterior al comienzo de la Cuaresma: «Ha amanecido la primavera del Ayuno y la flor de la contrición. Entonces, purifiquémonos, hermanos, de toda mancha y, cantándole al Dador de luz, digamos: “¡Gloria a Ti, que amas a los hombres!”». Ese período de ayuno es un tiempo de alegría, no de desaliento. El ayuno es una primavera espiritual, en tanto que la contrición es un capullo que florece. Es en ese tiempo cuando Cristo se nos da a conocer como “Dador de luz”. La tristeza que sentimos en la Gran Cuaresma es, para valernos de las palabras de San Juan Climaco, “una feliz y gozosa tristeza”.

(Traducido de: Episcopul Kallistos WareÎmpărăția lăuntrică, Editura Christiana, 1996, pp. 51-52)