Las tentaciones nos preparan para la humildad
Sin humildad no podemos avanzar. Las tentaciones nos preparan para la humildad. Y es que, sin tentaciones, no podríamos adquirir la humildad. Deberemos pasar por la fatiga y el suplicio de renunciar a nuestra propia voluntad. Entonces, nuestra mente se humillará y así nos elevaremos alto. No existe otro camino. Humillándonos, nos enalteceremos.
Sin humildad no podemos avanzar.
Las tentaciones nos preparan para la humildad. Y es que, sin tentaciones, no podríamos adquirir la humildad. Deberemos pasar por la fatiga y el suplicio de renunciar a nuestra propia voluntad. Entonces, nuestra mente se humillará y así nos elevaremos alto. No existe otro camino. Humillándonos, nos enalteceremos. Si no nos humillamos, permaneceremos entre vicios e impotencias, y en medio de ello moriremos. Por eso, cuando las tentaciones vengan a nosotros, no nos enojemos con los demás. Más bien, volvamos la dioptría a nuestro interior para poder ver nuestro propio estado, tan lleno de pasiones, en donde empieza toda perturbación mental. Cuando tenemos un poco de luz, vemos que todo tiene su raíz en el corazón, en ese estado lleno de vicios. En el hombre viejo que hay en nosotros.
(Traducido de: Părintele Efrem Athonitul, Despre credință și mântuire, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 24)