Palabras de espiritualidad

Las tentaciones y su utilidad en nuestro camino a la salvación

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Si nuestros padres espirituales nos amonestan para corregirnos, no nos enfademos, porque el camino a la salvación está lleno de tentaciones.

Un día, un monje del Monasterio Sihăstria le dijo:

—¡Padre Paisos, las tentaciones me agobian y siento que ya no me queda paciencia…!

Y el padre le respondió:

—Escucha, padre. Agradezcámosle a Dios por ponernos a prueba con tentaciones, enfermedades y toda clase de tribulaciones, aquí en la tierra, y no en la vida futura. Porque si las tentaciones no nos acendraran, no podríamos salvarnos. Lo que el fuego es para el oro, las tentaciones de esta vida lo son para nosotros. Nos solidifican, nos purifican, nos dan mucha más fe, nos hacen humildes y nos enseñan a orar y a pedir consejo. Que el que sea bueno se haga todavía más bueno y el que haya vencido la tentación, que ore por el que aún la está enfrentando. A las tentaciones las vencemos con la oración, el ayuno, la confesión y la paciencia. Después de la tormenta viene la calma, con la ayuda de Dios. Oremos, padre. Y si nuestros padres espirituales nos amonestan para corregirnos, no nos enfademos, porque el camino a la salvación está lleno de tentaciones. Con todo, estamos sufriendo lo que mismo le pasó a Elí, el sacerdote de la Antigua Ley, con sus hijos. Elí fue siempre indulgente con ellos y no supo reprenderlos cuando era necesario, aun viéndolos faltarle a Dios. Por eso, todos murieron y fueron condenados. ¡Que Dios nos libre de algo semejante!

(Traducido de: Arhimandritul Ioanichie BălanPărintele Paisie, duhovnicul, Editura Apologeticum, 2005; p. 16)