Lo que a Dios le interesa es nuestro corazón
Con un sinnúmero de las cosas del mundo, las personas indagan lo que no se ve a simple vista, en vez de lo que tienen ante sus ojos. También Dios examina primero tu corazón.
Cuando el hombre va al mercado a comprar nueces, no se contenta con examinar la cáscara, sino, ante todo, inspecciona lo que tienen en su interior. Lo mismo hace el que se dispone a comprar huevos. Y, así, con un sinnúmero de las cosas del mundo, las personas indagan lo que no se ve a simple vista, en vez de lo que tienen ante sus ojos. También Dios examina primero tu corazón. A través de tu “cáscara” física, Él analiza tu centro, tu corazón. ¡Hijo mío, dale tu corazón!
Nuestro Creador puso el cimiento de la vida en el corazón. En el corazón, la vida se concibe, desciende, crece y se dirige al sepulcro y a la vida de más allá del sepulcro. ¿Cuánto vale, acaso, el hombre del que todos dicen: “es inteligente, pero no tiene corazón”? Dios no pide de él (solamente) inteligencia, sino también un corazón. Porque está escrito: “Eso que los hombres consideran la locura de Dios, es más sabio que la sabiduría de los hombres” (I Corintios 1, 25).
(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Inima în Marele Post, Editura Predania, București, 2010, p. 7)