Aunque tengas distintas pasiones, como el egoísmo y la ira; aunque seas una persona ruin, si sientes que la Gracia de Dios puede disipar todo eso en un solo instante, como si fuera un rayo, bien puedes decir: ‟Por la Gracia de Dios soy lo que soy” (I Corintios 15, 10). Solamente entonces se te abrirá el camino para que puedas entrar en el altar de Dios, sin el riesgo de caer y experimentar sentimientos espirituales falsos. En esto consiste entender la debilidad humana y la omnipotencia de Dios por medio de Su don. Así, cuando tengo pasiones y debilidades, cuando necesito algo espiritual y reconozco que sólo Dios puede ayudarme, soy libre. Pero, mientras no entienda esto, no lograré nada.

(Traducido de: Arhimandritul Emilianos Simonopetritul, Tâlcuiri la sfintele slujbe, Editura Sf. Nectarie, p. 135)