Piensa con humildad, habla con humildad, llena tu mente de pensamientos humildes, trabaja con humildad; sólo así podrás avanzar correctamente. ¿De dónde provienen tu mente, tu cuerpo y tu alma?¿Quién los creó? ¿A dónde han de volver? Conoce tu propio interior, como si no fueras más que podredumbre. Adéntrate en ti mismo y verás que todo es banal. Sin la Gracia de Dios no eres sino una hoja seca, un árbol estéril, broza que no sirve sino para ser quemada, un trapo que ha sido arrojado a la basura, vasija del pecado, morada de todas las maldades y vicios, copa llena de toda la vileza del mundo. No tienes nada bueno que sea tuyo, nada agradable, sino que estás lleno de pecados y faltas, “¿Y quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura?” (Mateo 6, 27), porque “no puedes hacer blanco o negro ni uno solo de tus cabellos” (o 5, 37).

(Traducido de: Sfântul Dimitrie al Rostovului, Alfabetul duhovnicesc, Editura Sophia, București, 2007, p. 74)