Palabras de espiritualidad

Los beneficios del ayuno

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

El ayuno debe acompañarse de la renuncia al pecado, la oración y la lucha espiritual. Sólo así estaremos presentando al Señor un sacrificio agradable, que nos será también de gran beneficio.

Muchos cristianos, subestimando el ayuno, lo practican sin sentirlo en sus corazones o simplemente no ayunan. Y, sin embargo, debemos recibir el ayuno con alegría, no con temor y rezongando, porque no es algo a lo que debamos temer; quienes le temen son los demonios. En el caso de los poseídos por algún espíritu impuro, de gran beneficio es el ayuno, sobre todo cuando es acompañado de su buena hermana, la oración.

He visto a muchos que antes y después de ayunar se atiborran con manjares y bebidas, perdiendo así el provecho del ayuno. Es como si nuestro cuerpo se estuviera recuperando de una larga enfermedad y, cuando por fin está por levantarse del lecho, viene alguien y lo golpea con crueldad, haciéndolo padecer nuevamente. Lo mismo sucede con nuestra alma, cuando antes y después de ayunar no sabemos ser mesurados.

Asimismo, al ayunar, debemos hacerlo no sólo de determinados alimentos, sino que también debemos ayunar espiritualmente.

Y es que existe el riesgo de que, respetando los períodos de ayuno establecidos por la Iglesia, no obtengamos de ellos ningún beneficio. ¿Por qué? Porque, aunque renunciamos a ciertas comidas, no somos capaces de renunciar al pecado. En verdad, muchas veces sucede que no comemos carne, pero devoramos las almas de los pobres; no nos embriagamos con vino, pero nos aturdimos con deseos carnales; ayunamos todo el día, pero nuestra vista se pierde en espectáculos vergonzosos. De esta forma perdemos todo el provecho del ayuno. Por eso, el ayuno debe acompañarse de la renuncia al pecado, la oración y la lucha espiritual. Sólo así estaremos presentando al Señor un sacrificio agradable, que nos será también de gran beneficio.

La muerte entró en el hombre por haber despreciado el ayuno y sólo con ayuno puede se apartada de él.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumența, p. 348, 351 )



 

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