Los dones de la Madre del Señor para cada uno de nosotros
A los enfermos los sana, a los marginados los consuela, ayuda a levantarse a los que caen, a los desesperanzados les da valor, esperanza, fuerza y dulzura, llenando los corazones de alegría, sosiego, ternura y del amor de Dios, como una verdadera madre de misericordias.
La más grande labor de la Madre del Señor fue la oración. Diariamente se adornaba con la humildad, con la paciencia, con el silencio, con el amor y la pureza. A los enfermos los sanaba, a los marginados los consolaba, ayudaba a levantarse a los que caían, a los desesperanzados les daba valor, esperanza, fuerza y dulzura, llenando los corazones de alegría, sosiego, ternura y del amor de Dios, como una verdadera madre de misericordias.
Su mente era conducida por Dios, su esperanza estaba dirigida a la bondad y al amor, odiando únicamente el pecado y a su provocador. Sus ojos estaban dirigidos a los eternos senderos del Cielo. Y estaba siempre dispuesta a obedecer la palabra de Dios. Y de su boca sólo brotaban palabras llenas de dulzura divina, brotadas del mismo Altísimo y Eterno.
(Traducido de: Diacon Gheorghe Băbuț, Maica Domnului, ocrotitoarea României, Editura Pelerinul Român, Oradea, 1992, p. 29)