Si uno de los cónyuges vive espiritualmente y tiene la razón, no debe, sin embargo, exigir que se haga de acuerdo a la razón que le asiste. ¿Por qué? Porque como persona espiritual que es, debe saber enfrentar, espiritualmente, la injusticia. Es decir, debe enfrentar todo de acuerdo a la justicia divina, buscando descansar al otro. Porque, si un alma es débil y se equivoca, tiene circunstancias atenuantes a su favor. Sin embargo, si la otra alma —a pesar de hallarse en un mejor estado espiritual— no demuestra ninguna comprensión, yerra de forma aún peor que la primera.

(Traducido de: Sfântul Cuvios Paisie Aghioritul, Viaţa de familie, Editura Evanghelismos, Bucureşti, 2003)