Palabras de espiritualidad

“Los esposos que traen hijos al mundo y los educan en la obediencia, llenan el Cielo de santos”

    • Foto: Silviu Cluci

      Foto: Silviu Cluci

Los padres deben alegrarse con tan sólo ver sus hijos, al volver a casa. Aquí entra el problema de la libertad del hijo que tiene la tendencia a hacer lo que quiere, no lo que debe. Aunque su personalidad aún no esté formada completamente, alguna vez te sorprenderá con lo que dice: “¡Vaya, mira lo que dice este niño!”. Debes entenderlo. Creo que la serenidad es fundamental en la educación. La indulgencia ofrece mejores resultados. Repito: sólo la apacibilidad es capaz de llegar hondamente.

El problema es lograr, cada día, conquistar la eternidad. Este es el ideal. Aunque pensar en llegar a ser alguien en la vida —profesor, ingeniero, médico, etc.— es tener un simple objetivo humano, no un ideal.

El ideal es servir a Aquel que está por encima de todo. Si no sabes que sirves a Dios, Quien es Eterno, no llegarás a ninguna parte. Debes estar atento: si lo que haces no es útil para la eternidad, descártalo. Por eso es que suelo recomendar a los profesores de religión: “estudien y enseñen con fervor las cuestiones teológicas, para salvarse ustedes mismos y salvar también a otros. ¡No importa qué tareas imponga el programa docente, el único tema que deben enseñar es a Cristo mismo!”. Los niños no entienden el terrible poder de la fe, pero la práctica misma es la que da frutos ulteriormente. Esta es la razón por la cual aconsejo ayunar de acuerdo a las capacidades de cada quien y no soy absurdo con los niños menores de siete años, pidiéndoles que ayunen; lo mismo es válido para las mujeres embarazadas, los ancianos y los enfermos.

Otro elemento en su educación es enseñarles a amar a los demás niños. La enseñanza cristiana los apacigua. Hay un dicho, “Los esposos que traen hijos al mundo y los educan en la obediencia, llenan el Cielo de santos”. Porque se entiende que si los engendraste, tu tarea es que se salven. Y esto no se consigue sin mansedumbre. Los padres deben alegrarse con tan sólo ver sus hijos, al volver a casa. Aquí entra el problema de la libertad del hijo que tiene la tendencia de hacer lo que quiere, no lo que debe. Aunque su personalidad aún no esté formada completamente, alguna vez te sorprenderá con lo que dice: “¡Vaya, mira lo que dice este niño!”. Debes entenderlo. Creo que la serenidad es fundamental en la educación. La indulgencia ofrece mejores resultados. Repito: sólo la apacibilidad es capaz de llegar hondamente.

(Traducido de: Părintele Arsenie Papacioc, Despre armonia căsătoriei, ediţie îngrijită de Ieromonahul Benedict Stancu, Editura Elena, Constanţa, 2013, pp. 72-73)