Una de las más grandes luminarias de la Ortodoxia, San Juan Crisóstomo (siglo IV), gracias al don que Dios le concedió, pudo ver muchas veces a los santos ángeles custodiando la iglesia, especialmente durante la Divina Liturgia. “Cuando el sacerdote empieza la proskomedia”, les relataba a sus amigos espírituales, “los poderes angélicos descienden con vestimentas refulgentes y maravillosas. Descalzos, con el rostro inclinado, rodean el Santo Altar y permanecen allí, en paz y silencio, hasta el final de la Divina Liturgia. (...) Después se distribuyen en toda la iglesia y ayudan al padre cuando este imparte la Comunión, fortaleciendo la fe de los fieles presentes”.

(Traducido de: Minuni și descoperiri din timpul Sfintei Liturghii, Ed. Egumenița, p. 50)