Los hijos necesitan que sus padres se impliquen, para resistir las tentaciones del mundo
Los padres deben estar atentos a lo que aprenden sus hijos en la escuela y corregirlos en casa, desde una postura seria y evidenciando con claridad el aspecto moral, tan ausente en la educación contemporánea.
¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos a resistir las tentaciones del mundo? Debemos estar listos para vencer, cada día, la maldad del mundo, por medio de una sana educación cristiana.
Todo lo que el niño aprende en la escuela debe ser confrontado y verificado en casa. No creamos que todo lo que le enseñan los maestros es útil o simplemente neutro. Aunque el pequeño demuestre que ha adquirido ya varios conocimientos o habilidades de provecho (a pesar de que en muchas de las escuelas modernas ni siquiera esto consiguen hacer), puede ser que haya aprendido también muchos puntos de vista e ideas equivocadas.
La forma en que el niño aprecia la literatura, la música, la historia, el arte, la filosofía, la ciencia y, desde luego, la vida y la religión, debe venir, en primer lugar, no de la escuela, sino del mismo hogar y de la Iglesia... de lo contrario, el niño estará recibiendo una formación errada.
Los padres deben estar atentos a lo que aprenden sus hijos en la escuela y corregirlos en casa, desde una postura seria y evidenciando con claridad el aspecto moral, tan ausente en la educación contemporánea.
Los padres deben saber qué clase de música escuchan sus hijos y qué películas miran (escuchando o viéndolas juntos, si fuera necesario), qué lenguaje escuchan y utilizan ellos mismos. Todo esto debe ser evaluado cristianamente.
En los hogares en donde los padres no se atrevan a arrojar el televisor por la ventana, el tiempo que los pequeños pasan frente a este aparato debe ser controlado con severidad, para evitar la influencia perniciosa de este importante vector de ideas y puntos de vista anticristianos.
(Traducido de: Cum să educăm ortodox copilul: 300 de sfaturi înţelepte pentru părinţi de la sfinţi şi mari duhovnici, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, pp. 81-82)