Palabras de espiritualidad

Los inefables frutos de la oración unida al ayuno

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Le dijeron: “¡Padre, no llueve! ¿Qué hacemos con esta sequía?”. Y él les respondió: “¡Oremos a Dios con lágrimas y con ayuno, porque el Señor tiene de dónde dar, si tiene a quién darle!”.

En la sequía del verano de 1990, los discípulos del padre Paisos, quien yacía enfermo, vinieron a buscarlo para decirle: “¡Padre, no llueve! ¿Qué hacemos con esta sequía?”. Y él les respondió: “¡Oremos a Dios con lágrimas y con ayuno, porque el Señor tiene de dónde dar, si tiene a quién darle!”.

Cuando, a los pocos días, empezó a llover, sus discípulos corrieron a decirle: “¡Escuche, padre! ¡Está lloviendo!”. Entonces, el anciano padre empezó a llorar en su lecho, y le dijo al monje que lo cuidaba, el padre Gerásimo: “¡Tráeme de beber un vaso con agua de lluvia, porque quién sabe de quién son todas esas lágrimas!”.

(Traducido de: Arhimandritul Ioanichie Bălan​, Părintele Paisie duhovnicul, Editura Mitropoliei Moldovei și Bucovinei, Iași, 1993, p. 100)