Los laureles de la vida eterna
Si alguien se hace digno de vencer, es bienaventurado, y tres veces feliz de él, porque, una vez coronado con los laureles de la inmortalidad, permanecerá eternamente en el gozo, la gloria, la luz y la felicidad.
A veces, en la guerra, la convulsión dura solamente un día; los vencedores celebran con júbilo, pero esa alegría se disipa rápidamente, porque, al reanudarse los combates, es como si no hubieran vencido jamás.
No sucede lo mismo con nuestros sacrificios y recompensas. Si alguien se hace digno de vencer, es bienaventurado, y tres veces feliz de él, porque, una vez coronado con los laureles de la inmortalidad, permanecerá eternamente en el gozo, la gloria, la luz y la felicidad.
(Traducido de: Sfântul Teodor Studitul, Cuvântări duhovnicești, Editura Episcopia Alba Iulia, Alba Iulia, 1994, p. 58)