Palabras de espiritualidad

Los mandatos de Cristo: el mejor manual de instrucciones para esta vida

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

Emprendida con tenaz denuedo, esa perseverancia hará que el cumplimiento de los mandamientos sea más fácil, transformando nuestra inconstancia interior en un perfecto afán.

Nuestro Señor Jesucristo hablaba, a menudo, de la necesidad de odiar esta vida, para poder seguirlo y obtener el Reino: “El que ama su vida la destruye; y el que desprecia su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna.” (Juan 12, 25). O “Si alguno quiere venir a mí y no se desprende de su padre y madre, de su mujer e hijos, de sus hermanos y hermanas, e incluso de su propia persona, no puede ser discípulo mío.” (Lucas 14, 26).

De acuerdo a San Gregorio Palamás, quienes viven en el mundo deben esforzarse por utilizar todo lo que hay en él, siguiendo los mandatos de Cristo. Y, emprendida con tenaz denuedo, esa perseverancia hará que el cumplimiento de los mandamientos sea más fácil, transformando nuestra inconstancia interior en un perfecto afán. Esta perseverancia nos brinda un implacable odio “en contra de las predisposiciones y estados espirituales negativos”, y de esto, en un momento dado, brota también pureza. En verdad, quien se han librado “de la esclavitud de los vicios”, deja de ser dominado por el pecado, descansando “en la libertad y en la ley del Espíritual” (San Nicetas Estetatos).

Por eso, no debemos confundirnos cuando veamos que alguno, avanzado espiritual, sufre aún de algún defecto o todavía comete ciertos errores: “Por providencia divina, muchas veces es permitido que los hombres espirituales sean acechados por algún vicio leve, para que se recriminen a sí mismos con dureza y alcancen, así, el valiosísimo tesoro de la humildad” (San Juan Climaco).

(Traducido de: Mitropolit Hierotheos Vlachos, Psihoterapia ortodoxă: știința Sfinților Părinți, traducere de Irina Luminița Niculescu, Editura Învierea, Arhiepiscopia Timișoarei, 1998, p. 356)