Palabras de espiritualidad

Los que viven en paz

  • Foto: Doxologia

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Debemos honrar a quienes viven en soledad y ascetismo, como si fueran ángeles encarnados y cual seres celestiales que han venido a la tierra; debemos honrar también sus actividades prácticas y contemplativas.

Si tan sólo pudiéramos acercarnos a los ángeles y si tan sólo fuéramos dignos de permanecer junto a ellos... ¡Qué anhelo tan grande que esto pudiera hacerse realidad! Pero, debido a que esto es imposible para los que se hallan atados a este cuerpo material, debemos honrar a quienes viven en soledad y ascetismo, como si fueran ángeles encarnados y cual seres celestiales que han venido a la tierra; debemos honrar también sus actividades prácticas y contemplativas. Porque ellos son forasteros en este mundo, de acuerdo a lo que dice el piadoso David, además de sedientos peregrinos de la patria celestial, buscando, con todas sus fuerzas, llegar a ella y heredarla. ¡Y cuánta felicidad obtienen con esto, manteniendo su voluntad en la ley del Señor, teniéndola presente día y noche!

Con ésto no me refiero a la ley escrita, ni aquella representada por lo que está escrito, sino a la tercera ley, inmaterial e invisible, como si empezáramos a ascender, partiendo de la ley escrita, respecto de la cual Salomón dijo, “escríbetela tres veces en el corazón”. En esto piensa, día y noche, el que se esfuerza para Dios, purificándose el corazón para verlo a Él; y, viéndolo, se deifica, alcanzando verdaderamente la felicidad. Alguien así, perseguido por el peso de la confusión que domina en el mundo, huyendo de todos y de todo, inmediatamente alcanza la felicidad, no por algo terrenal, sino sólo porque ha sido perseguido, porque suyos serán el Reino de los Cielos y la gracia de la Palabra.

(Traducido de: Sfântul Calist AngelicoudesTrei Tratate Isihaste, Editura Doxologia, Iași, 2012, p. 169)

 

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