Los siete años de casa e iglesia
Para el niño son muy útiles las lecturas y las historias contenidas en la vida de los santos y en la Biblia, acompañadas de sus respectivas explicaciones y enseñanzas morales.
Los niños deben ser educados espiritualmente aún antes de llegar a los seis o siete años de edad. Esta formación es fundamental antes de inscribirlos en la escuela, porque esta edad es el tiempo propicio para sembrar y enraizar en ellos todo lo bueno... pero también todo lo malo. Se entiende que el corazón humano, a semejanza de un huerto, no podría permanecer baldío para siempre. Si no sembramos en él buenas semillas, inexorablemente se llenará de maleza y marañas...
Debemos empezar, entonces, con las cosas más simples: enseñarles a hacer la Señal de la Cruz, a orar, cómo comportarse en la iglesia, cómo hacer postraciones, etc. Los niños deben ser instruidos gradualmente, sin perder de vista el más mínimo detalle, porque hasta los edificios más altos necesitan de (granos de) arena para ser erigidos. Para el niño son muy útiles las lecturas y las historias contenidas en la vida de los santos y en la Biblia, acompañadas de sus respectivas explicaciones y enseñanzas morales. Nuestro trabajo consiste sólo en sembrar y regar. Que esas semillas crezcan y se desarrollen, es asunto de Dios. Y no es posible que esas conversaciones espirituales no sean de ninguna utilidad, cuando los mentores y sus discípulos comienzan todo con la bendición de Dios.
(Traducido de: Sfântul Inochentie Apostolul Alaskăi, Cum să educăm ortodox copilul, Editura Sophia, București, 2011, p. 95)