¡No bajes los brazos!
¡Que nuestro Santísimo Dios nos conceda el entendimiento espiritual, de modo que empecemos a preferir las cosas eternas y busquemos al más precioso don de todos, nuestro dulce Señor!
Sin importar cuánto suframos en esta vida, vendrá el momento en que todo termime y cada nno de nosotros recibirá el descanso merecido después de tanto bregar. ¿Te sientes agobiado? ¿Te oprime el dolor? ¿Lloras por el pesar que te causa algún acontecimiento triste de tu vida? ¿Estás cansado? ¡Armate de valor, porque esa es la única forma de alcanzar el Reino de Dios! Y si todo va viento en popa con tu vida y no te acuerdas de Dios, tendrías que entristecerte, porque es que no te hallas en el camino que lleva a Dios.
Las aflicciones, las enfermedades y las tribulaciones no nos dan tregua, de manera que muchas veces llegamos a odiar esta vida y deseamos llegar a la eternidad, donde los querubines y los serafines glorifican a Dios, allí donde hay un descanso cierto y puro, un día sin fin, una luz pletórica de felicidad. Porque es verdad que las cosas de este mundo, comparadas con las del Cielo, son oscuras y hasta insoportables. ¡Que nuestro Santísimo Dios nos conceda el entendimiento espiritual, de modo que empecemos a preferir las cosas eternas y busquemos al más precioso don de todos, nuestro dulce Señor!
(Traducido de: Comori duhovniceşti din Sfântul Munte Athos – Culese din scrisorile şi omiliile Avvei Efrem, Editura Bunavestire, 2001, p. 37)