Palabras de espiritualidad

¡No demoremos en llamar al Señor!

  • Foto: Doxologia

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Debemos esforzarnos mucho; de lo contrario, no podremos tener a Dios en nuestro interior, porque Él fue crucificado por nosotros.

Un anciano tuvo que pernoctar en un templo pagano, y pronto vinieron a molestarlo los demonios, diciéndole: “¡Vete de nuestra morada!”. Pero el anciano respondió: “Ustedes no tienen morada alguna”. Entonces, empezaron a arrojar por todas partes los tallitos de palmera que el monje llevaba consigo para trabajar manualidades. Este, pacientemente, se levantó y recogió todos los materiales que los espíritus malignos habían esparcido por la estancia. Un poco más tarde, otro demonio, cogiéndole por la manga del hábito, empezó a arrastrarlo a la salida. Cuando llegaron a la puerta, el anciano se aferró con la otra mano al marco, y clamó: “¡Jesús, ayúdame!”. Inmediatamente, el demonio desapareció. Viendo esto, el anciano se sentó en el suelo y se echó a llorar. En eso, escuchó la voz del Señor, diciéndole: “¿Por qué lloras?”. Y el anciano respondió: “Porque el demonio se atreve a acercársele al hombre y atormentarlo”. Y el Señor le respondió: “Como habrás notado, fuiste muy lerdo, porque, una vez me llamaste, inmediatamente vine a ti”.

Todo esto nos demuestra que debemos esforzarnos mucho; de lo contrario, no podremos tener a Dios en nuestro interior, porque Él fue crucificado por nosotros.

(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a rev., Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, p. 89)

 

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