No hay nada oculto que no llegue a conocerse
Si escondemos nuestras faltas y, carentes de toda contrición, las guardamos en nuestro interior, veremos cómo son reveladas en el momento final y cómo nos llevan a ser condenados.
“No hay nada oculto que no llegue a conocerse”. Entonces, por más que intentemos esconder nuestros pecados, de nada nos servirá. Vendrá el momento final — ¿qué tan lejos estará? — y todo saldrá a luz. ¿Qué podemos hacer, entonces? No ocultar nada. Si hemos pecado, acudamos a confesarnos con nuestro padre espiritual.
Con la absolución de nuestro confesor, esos pecados quedarán borrados. Y no habrá ya nada oculto en nuestra alma. Pero, si escondemos nuestras faltas y, carentes de toda contrición, las guardamos en nuestro interior, veremos cómo son reveladas en el momento final y cómo nos llevan a ser condenados. Dios nos ha dado a conocer todo esto, para que sepamos cómo mitigar Su justo y estremecedor juicio.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Editura Sophia, București, pp. 102-103)