Podemos afirmar, sin exagerar, que aunque el ayuno sigue prácticandose, éste ha perdido mucho de su impacto sobre nuestra existencia, dejando de ser un baño de contrición y renovación, como es considerado en la doctrina litúrgica y espiritual de la Iglesia. Luego, ¿es posible redescubrirlo y transformarlo nuevamente en una fuerza espiritual, en una realidad diaria de nuestra existencia? La respuesta a esta pregunta depende, en principio y casi exclusivamente, de si deseamos o no tomarlo en serio.

No importa cuán diferentes sean las condiciones del mundo de hoy, ni cuán reales sean las dificultades y obstáculos que éste nos depare... Nada de esto representa un obstáculo absoluto, nada de esto hace imposible el ayuno. Los orígenes de la gradual pérdida de influencia del ayuno sobre nuestras vidas están profundamente enraizadas en nosotros mismos. La reducción consciente o inconsciente de la religión a un nominalismo y simbolismo superficial, es el modo de evitar o desestimar la necesidad de la religión en nuestra vida.

(Traducido de: Pr. Alexander Schmemann, Postul cel Mare, Editura Doris, Bucureşti, 1998)