“¡No hay palabras, Madre, para exaltarte!”
Exaltamos a la Madre del Señor por su grandeza, porque su esplendor proviene de nuestro Señor Jesucristo, de su Hijo encarnado.
Hablando con la Madre del Señor, decimos: “A Ti, oh Madre de Dios, que eres más excelsa que cualquier pensamiento y palabra”. ¿Cómo es la Madre del Señor? Más excelsa, más elevada que la mente y que cualquier palabra. ¿Qué significa esto? Que no hay palabra que pueda abarcarla ni mente que pueda entenderla. Su grandeza nos abruma, nos supera. “A Ti, que eres más excelsa que cualquier pensamiento y palabra, e inefablemente engendraste bajo años a Aquel que no tiene años, los fieles, en unidad, te glorificamos”.
Exaltamos a la Madre del Señor por su grandeza, porque su esplendor proviene de nuestro Señor Jesucristo, de su Hijo encarnado, del Hijo de Dios, Quien se encarnó en la Santísima Madre de Dios para convertirse también en Hijo de la Madre del Señor.
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Maica Domnului, Raiul de taină al Ortodoxiei, Editura Eikon, Cluj-Napoca, 2003, p. 70)